Hay un mito que relaciona directamente la edad con las habilidades y repercusión en el uso de la tecnología
Hay una división generalizada entre aquellos que están a favor y en contra de las Nuevas Tecnologías, la habilidad para su utilización y las consecuencias. Ahora que ya se cree que hay una generación que ha vivido enganchada a ellas llegan estudios y conclusiones que generalizan toda una franja de edad con opiniones para todos los gustos, la mayoría negativos.
El mito que está cada vez más en boca de la opinión pública se resume en que los jóvenes abusan y los mayores somos analógicos o torpes en el uso de las nuevas tecnologías. Y ya tenemos un nuevo cliché en la segunda década del siglo 21.
El mito tecnológico
Hay un mito que relaciona directamente la edad con la tecnología en general, los móviles, internet, etc. Todos conocemos mayores de 50 y 60 años muy hábiles, y adolescentes que se niegan a tener redes sociales o bastante torpes para buscar información en Google.
¿Han oido hablar de los Knowmads? Es una forma de vida, de trabajar y de ser, no una edad, que recomiendo leer y comprender. Y es en este concepto donde los tópicos sobre la edad se derrumban para la desgracia de los “generacionistas”.
¿Somos todos los de una generación iguales?
Suele molestar bastante la generalización, incluso cuando hay que mencionar inevitablemente las estadísticas. Tomemos como referencia los estudios de Javier Elzo, especializado en el estudio de las generaciones más jóvenes desde los años 80. Recientemente consulté sus últimos trabajos sobre los millenials y la generación digital en los cuales establece cinco grupos diferenciados de nuestros jóvenes.
En sus estudios y conclusiones las características que distinguen los cinco grupos que forman parte de una misma generación llegan a ser completamente opuestas y contrarias entre ellas, por tanto lo considero una aproximación más fiel a la realidad. Además diferencia a la generación Digital (nacidos entre 1994 – 2005) de la generación predecesora, los MIllenials (nacidos entre 1981 – 1994) de una forma abrumadora si lo comparamos con las grandes generalizaciones al hablar de «menores de 30 años».
Al igual que la generalización en los jóvenes es un sin sentido, y existen grupos opuestos entre ellos, muchas de las conclusiones que solemos leer en entrevistas o charlas virales suponen que en edades superiores a los 40 ó 45 años también existe una uniformidad y hay una brecha digital por defecto.
Si es intencionada esta afirmación o no se puede analizar, lo que si es cierto es que se aleja de la realidad si se analizan diversas fuentes. En este artículo señalo errores estadísticos de estudios consultados por marketeros que tras analizarlos detalladamente y en comparación con datos del INE, por ejemplo, es inviable que se ajusten a la realidad.
La tecnología sociabiliza y es útil para todas las generaciones
Todos conocemos personas con una preciosa historia que contar por «culpa» de una máquina. La tecnología y los móviles han supuesto una explosión de la sociabilización. Grandes amistades se han fraguado gracias a la tecnología, a las redes sociales y a la oportunidad de poder conectar con mentes e ideas como las nuestras. Independientemente del país y edad donde vivas, del barrio donde has nacido o vivido, de la familia que te ha tocado o del colegio, universidad en el que estudies o el trabajo que tengas.
Es posible que el mito se haya creado por los adultos con mayor edad o algunos de ellos para diferenciarse o justificar la adopción a ciertos hábitos. Es también posible que la publicidad haya contribuido para agradar la superioridad con la que muchos jóvenes sueñan respecto a sus mayores.
La condena a la tecnología como indicaba Pedro a Jaén en un artículo anterior puede estar infundada. Si los niños más pequeños están “enganchados a internet” y no van al parque es porque sus padres no los llevan, Si veis jóvenes arrepiñados en un banco cada uno con su móvil pueden estar riéndose a carcajadas con el compañero que no pudo salir por culpa de una gripe.
Los mismos adultos que se sienten incómodos con el uso de la tecnología y estar permanentemente conectados también lo están. De hecho, comparten contenidos de este tipo constantemente en sus Redes sociales (una paradoja que merece una reflexión). Se olvida que las generaciones de más edad en la actualidad, cuando éramos adolescentes vivíamos enganchados al teléfono y casi todos tuvimos un candado estratégicamente dispuesto en el dial para limitar nuestras llamadas. Si recordamos un poco, envidiamos esa conectividad que los jóvenes disfrutan ahora.
Somos sociables por naturaleza y cualquier herramienta que lo facilite será siempre un éxito
Como sucede normalmente cuando hay un cambio radical suele culparse a la herramienta, al nuevo invento que nos modifica los hábitos. Sucedió con la imprenta, había padres que consideraban hasta no hace mucho la lectura como una forma de evitar que sus hijos trabajasen en el negocio familiar o impedía su sociabilización.
Solía escucharse en muchos hogares frases como, ¿leer un libro para qué? Si solo era una perdida de tiempo para conocer historias lejanas o de fantasía, decían muchos padres. Al igual que estudiar, muchos de nuestros abuelos tenían que escapara algunas horas de casa con cualquier excusa para ir a una academia a estudiar. Hay cientos de anécdotas que nos trasladan cómo los cambios fueron difíciles de asimilar y que hoy en día serían impensables.
Habrá que adaptarse y convivir con ella
Hay que educar y enseñar a nuestros hijos a moverse en el mundo actual, no en el de hace más de 30 años (como bien dice Pedro Jaén en su artículo también). ¿Es necesario un esfuerzo? Educar nunca fue sencillo para ningún padre.
Si me estás leyendo ahora es porque gracias a la tecnología nos unieron las ideas y nos seguimos en las redes sociales aunque nunca nos hayamos visto. Y aunque nunca nos hemos visto, compartimos alegrías, tristezas, aburrimiento e incluso algún tipo de indignación cada día, libremente y sin obligación, no como aquel “amigo” que se ofende porque “hace tres meses que no tomamos una cerveza juntos”.
Gracias a las tecnologías y los móviles (que muchos definen como malditos) sabemos que no estamos solos, que si algo sucede en mitad de la noche con el coche, alguien nos va a socorrer, que si estamos enfermos y es el cumpleaños del peque no se quedará sin regalo gracias al comercio electrónico, que cuando nuestros hijos se muden podremos escuchar su voz y ver el brillo de sus ojos a través de Skype o el invento que surja.
En el campo corporativo nos hace más productivos, ha dado acceso a pequeños y medianas empresas a dar a conocer su trabajo. Hace posible que músicos, escritores, profesores y profesionales de todos las ramas tengan su propia voz, más allá de su ámbito geográfico. Estamos en la era del conocimiento, de la información, de la transformación digital para hacernos la vida mucho más sencilla y satisfactoria.
El problema no es el cambio de hábitos, es nuestra capacidad para adaptarnos y aprender a convivir con él.
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